¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quien ha de tocar el ser cronista de esta peregrina historia. Ruégote que no te olvides de mi buen Rocinante, compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras!
Miguel de Cervantes
Tú, mi pequeño rocinante. Hoy eres tú. Como si este año me la tuviera guardada. No puedes levantarte, o no quieres. También te faltan esos viajes para ver a Dulcinea. Esos momentos en los que nos juramos amor eterno entre paisajes verdes y amarillos. Momentos que ya no te doy y que echas de menos. Momentos, que ante su ausencia, nos hace viejos a los dos. No te vayas tú también. Caballero sin doncella, es un caballero loco, pero si tampoco tiene caballo, tan sólo le queda ser loco.
Por un clavo se perdió una herradura, por ésta un caballo,
y por éste el jinete, que fue capturado y muerto por el Enemigo
Benjamin Franklin
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